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Aguas Calientes 

           Aguas Calientes es un viaje hacia la exploración de la materia, a lo largo del recorrido voy conformando un mapa imaginario, recolectando fragmentos que hablan de la naturaleza de los objetos.  Voy construyendo un museo mudo, un universo fósil donde se me hace difícil distinguir claramente el significante del significado de la forma.

           También represento mi recorrido, un sendero donde modelo mis recuerdos infantiles de sol intenso en el monte, de cantos de las ranas y fragmentos de follaje de un viaje en el asiento trasero del Citroën  3cv.  Dentro de este territorio la frontera entre  los sucesos reales e imaginarios va desdibujándose y todos estos recuerdos van enhebrándose unos con otros, conformando un territorio imaginado donde lo ausente es presencia.

        Hay palabras que son significantes en nuestra vida, tengo una que representa a mi querida abuela alemana: Heimat, algunos la traducen como patria, sin embargo va un poco más allá y no es solamente el lugar donde nacimos o el nombre del país que trae un acta de nacimiento. Heimat es hogar, es lo que sientes como propio, es todo lo que representa la propia historia.  El idioma alemán permite ir combinando palabras, armando un rompecabezas semántico que amplía el concepto inicial. La conjunción de Heimat y Licht  da como resultado Heimatlicht, luz de hogar, de la tierra o terruño, ese tipo de luz que solo existe en el terreno de los recuerdos y que no está necesariamente vinculada a un espacio geográfico o un lapso de tiempo determinado.

          Ahora sumaría a mi diccionario Ausencia. Palabra que me produce muchos  interrogantes que aún no logro comprender: ¿Un espacio vacío lo es, a partir de la ausencia o la presencia de luz? El vacío de un nido es construido a partir de mil fragmentos de ramas, las hormigas construyen un hogar de barro donde su presencia está signada por el hueco de sus túneles. Repito, replico y modelo el estereotipo de una casa: ¿Es un hogar por la silueta de su forma o por el espacio interior? El uso de los objetos se da por el hueco de una ausencia, este “vacio” o “nada” es la que define y condiciona la forma. Las ausencias en nuestra vida también la definen y la huella traslúcida de algo que ya no está es quizás la presencia de un vacío, un vacio que vamos llenando de recuerdos o presencias que nos significan, estos se traducen en imágenes mórbidas llenas de “Heimatlicht”. (2016)

            Ah… ando dichosa por las iluminadas tierras jujeñas, trotamundos a explorar matices, huecos y utopías. Todo porque me di el lujo de una pausa para disfrutar de la obra de Florencia Califano.

Lo mejor es que esta obra me agasaja entre senderos soleados que hilvanan historias de infancia en el monte y lenguas queribles. 

           Y de tanto vagar me deparo con un cielo cuyas estrellas algo me dicen de caminos inciertos a la vez que perfectos en su casual disposición.  Es entonces miro de reojo a Florencia, esta dulce chica que entrelaza infinitos de manera despreocupada mientras amasa formas y culturas - como me gusta eso… - solo llevada por su corazón y su arte. Sin pretensiones eruditas me tiento a decir que amasar, etimológicamente, también quiere decir “guardar tesoros”. Y ya que andamos con diccionarios, vale recordar que el diccionario de Florencia es movido por “saudades”… Allí, en su interior, encuentro vocablos preciosos vinculados al verbo hacer. Hacer con las manos, claro está. Pero también veo escondido un concepto de hacer que nos une, desde un gesto de “dame la mano”. Y es por ello que quiero ver la obra de Florencia desde su movimiento de manos, hacedoras manos, que esculpen y filman. Manos  que invitan a dialogar.

            Florencia, cuando eches un vistazo hacia atrás vas a entrever  a “muchas gentes”, plurales, que siguen el movimiento de tus manos. Pero fíjate en el cielo… ¿ves, ves este cielo jujeño de estrellas inciertas? Ellas están mirando tu obra también. La que está humanamente constituida.

Beijo, garota!!   (Geruza Queiroz Coutinho - 2016) 

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